Un regalo de Sergio Astorga

domingo, 20 de febrero de 2011

Música para las malas rachas

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Para M., a quien más quiero




Con el correr de los años, la pasión acaba cediéndole gustosa el paso a la serenidad, siempre más fiel, generosa y constante...  

Afortunadamente.





Franz Schubert (1797-1828). Du bist die Ruh (Tú eres la paz), D 776. Poema de Friedrich Rückert (1788-1866).  
1) Matthias Görne, con Eric Schneider al piano. Youtube. Vía SoulNotes1
2) Dietrich Fischer-Dieskau, con Gerald Moore al piano. Álbum An die Musik (en conmemoración de los 80 años del barítono alemán). Deutsche Grammophon, 2005
3) Kathleen Ferrier.Youtube. Vía Onegin65



(yo me quedo con la primera, sin dudarlo)



Hay tardes de domingo en que sienta francamente bien ponerse cursi.

Sean felices... Por si luego vienen mal dadas.



Du bist die Ruh

Du bist die Ruh,
Der Friede mild,
Die Schnsucht du
Und was sie stillt.

Ich weise dir
Voll Lust und Schmerz
Zur Wohnung hier
Mein Aug' und Herz.

Kehr ein bei mir,
Und schließe du
Still hinter dir
Die Pforte zu.

Treib andern Schmerz
Aus dieser Brust!
Voll sei dies Herz
Von deiner Lust.

Dies Augenzelt
Von deinem Glanz
Allein erhellt,
O füll es ganz!

Tú eres la paz

Tú eres la paz,
el agradable reposo,
tú eres la nostalgia,
y lo que la calma.

A ti consagro,
lleno de dicha y dolor,
como morada
mis ojos y mi corazón.

Entra en mi casa
y cierra
detrás de ti
la puerta.

¡Expulsa otros pesares
de mi pecho!
que mi corazón se llene
de tu pasión.

Que este templo de tus ojos
se ilumine
con tu solo fulgor.
¡Oh, llénalo a rebosar!

(trad. Evaristo Poi)









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miércoles, 16 de febrero de 2011

Recital de Matthias Görne

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Anteayer tuve la enorme suerte de asistir en el teatro de la Zarzuela a un recital del barítono alemán Matthias Görne, acompañado al piano por el vienés Helmut Deutsch. El programa era especialísimo: un monográfico de lieder de Franz Schubert.

De sobra saben Vds. que un lied del austríaco es, en opinión de expertos y profanos, el más exquisito de los bocados. Por esa misma razón es preciso que quien lo interprete, sea él o ella,  tenga abundantes dosis de delicadeza, capacidad de matizar y, sobre todo, sabiduría musical y artística para comunicar la infinita variedad de emociones, sentimientos y sensaciones que se desprenden del texto y, de forma especial, de la  música. Matthias Görne tiene sobradas condiciones para ello. Él ya sabía que no estaba en plenas facultades cuando antes de iniciarse el recital mandó anunciar que se retiraba de programa Der Schmetterling (La mariposa). Pero la primera parte transcurrió de una forma deliciosa. Ayudándose de ciertos trucos a los que cualquier cantante por muy bueno que sea ha acudido en momentos no plenos, buscando apoyos en la cubierta del piano y alzándose sobre un pie u otro alternativamente, la voz sonaba más que suficiente, matizada y, por encima de todo, con un timbre bellísimo como es el suyo. En la segunda parte y dada la longitud y dificultad del programa, su voz andaba más tocada y caló un par de veces en Abschied von der Harpe (Despedida del arpa).  No dio, lógicamente, ninguna propina pero el savoir faire de un profesional se nota hasta en esos detalles. Con todo, no piensen que el concierto no valió la pena. La valió y mucho, se lo aseguro. Después de un recital así, el ánimo y el espíritu lo agradecen.

Y cuando marchaba para casa bajo la lluvia gris y tontorrona de un Madrid atrapado otra vez en el frío, uno de los lied desgranados por el de Weimar, me repiqueteaba en los oídos y el cerebro. Y es precisamente el que quiero traerles hoy. Por la música de Schubert y también por el texto de Schober.

Creo que muchos de mis lectoyentes coincidirán conmigo en que hay días en que sería bien difícil aguantar el tirón si no fuera por la música. Con ella pues y con lo que representa, les dejo.

Sean Vds. felices, que ya el solo hecho de intentarlo hace que valga la pena. Buenos días.


Franz Schubert (1797-1828). An die Musik (A la música), D 547. Poema de Franz Ignaz von Schober (1781-1862). 
1) Dietrich Fischer-Dieskau, con Gerald Moore al piano. Álbum An die Musik (en conmemoración de los 80 años del barítono alemán). Deutsche Grammophon, 2005
2) Elisabeth Schwarzkopf, con Edwin Fischer al piano. Schubert - Lieder. Emi, Références, 1953 y 1986
3) Lucia Popp, con Georg Fischer al piano. Recital en el Covent Garcen, 1975. Canciones de Dvořák,  Wolf y Schuber. Gala y Movieplay, 1998



An die Musik

Du holde Kunst, in wieviel grauen Stunden,
Wo mich des Lebens wilder Kreis umstrickt,
Hast du mein Herz zu warmer Lieb entzunden,
Hast mich in eine beßre Welt entrückt!

Oft hat ein SeuFzer, deiner Harf'
entflossen,
Ein Süßer, heiliger Akkord von dir
Den Himmel beßrer Zeiten mir erschlossen,
Du holde Kunst, ich danke dir dafür!
A la música

¡Oh, arte benévolo, en cuántas horas sombrías,
cuando me atenaza el círculo feroz de la vida,
has inflamado mi corazón con un cálido amor,
me has conducido hacia un mundo mejor!

Con frecuencia se ha escapado un suspiro de tu arpa,
un dulce, sagrado acorde tuyo
me ha abierto el cielo de tiempos mejores,
¡Oh, arte benévolo, te doy las gracias por ello!

(trad. Luis Gago)









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sábado, 12 de febrero de 2011

Un Nuevo Mundo

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Mi más sincera felicitación al pueblo tunecino y al egipcio, que han conseguido derrocar a sus dictadores... Y al argelino, que ahora mismo lo está intentando... Y a todos los que vendrán detrás de ellos para demostrarle a esta Europa  pagada de sí misma y narcoléptica que las revoluciones son posibles.








Cuando don Antonín Dvořák creó su sinfonía nº 9 en mi menor op. 95, con toda seguridad no estaba dando a luz un prodigio de perfección musical, ni marcando un antes y un después en la historia de la composición. No, realmente y mirada al microscopio por ojos profesionales y expertos, casi todos los historiadores y críticos coinciden en afirmar que la "Del Nuevo Mundo" adolece de serios defectos formales y de estructura. Y, sobre todo, que representa un retroceso pues es heredera directa de las ocho primeras sinfonías beethovenianas como si la 9ª del alemán, la que provocó precisamente la ruptura del concepto de sinfonía existente hasta entonces, no hubiese existido.  Pero aun así, es muy probable que junto con la Pastoral y la Coral del sordo pertenezca al trío ganador de las  sinfonías más escuchadas y, por tanto, más populares. Pocas obras han tenido tantas y tan diversas versiones. Sin ir muy lejos, aquí "sufrimos" hace ya unos cuantos años hasta una variación cantabile interpretada (más o menos... Bueno, más menos que más y eso duele) por el grupo Mocedades. Afortunadamente, nadie se acuerda ya de ella. 

Condesa..., condesa...  ¡No se me disperse, por favor!


Ha habido sesudas discusiones entre los eruditos sobre si el segundo movimiento es deudor, al tiempo que un homenaje, de la música negra y el jazz. Unos dicen que es evidente; otros sin embargo predican, con parecido entusiasmo,  justo lo contrario: que más bien su tema y su cadencia provienen de la música checa y que los compositores norteamericanos tiraron después por derroteros muy diferentes. Ni mucho menos pretendo yo compararme con los estudiosos pero, puestos a elegir, a mí me suena mucho más a canciones populares bohemias que a los ritmos de Nueva Orléans, qué le vamos a hacer. En todo caso, se encuadra en el esquema bethoveniano de cuatro movimientos que se equilibran entre sí: dos movimientos rápidos (primero y último) y en el interior, uno lento y un scherzo con trío a continuación. Además, para apuntalar la segunda tesis, sepan mis distinguidos lectoyentes que la obra estaba terminada y bien terminada (casi a punto del estreno) cuando el señor Dvořák se decidió a darle el nombre de "Z nového světa" ("Del Nuevo Mundo").

Fue estrenada el 16 de diciembre (curiosamente, el cumpleaños del sordo genial)  de 1893 en el Carnegie Hall de Nueva York dirigida por el estadounidense Anton Seidl. El éxito fue tan abrumador que al día siguiente el compositor le escribía divertido a su editor Simrock: " ¡El público ha aplaudido tanto que me he visto obligado a darles las gracias desde mi palco, como un rey!? alla Mascagni en Viena (¡no se ría Vd.!)"

Y también es, al igual que la Pastoral, descriptiva de principio a fin. Ya sé que a estas alturas de la entrada pueden estar cansados, de modo que prometo no hacer la guía de audición  excesivamente larga. Y estoy por asegurarles que como se conocen toda la sinfonía y están hartitos de escucharla en todas partes, se lo van a pasar hoy pipa reconociendo temas y variaciones.

El primer movimiento se inicia con un adagio muy suave y lento. El ambiente es de una falsa tranquilidad. Asoma apenas el tema que se repetirá después en el allegro de este mismo movimiento, que seguirá en los dos centrales y todavía más desarrollado en el cuarto. Vds. lo conocen tan bien que no tendrán la mínima dificultad en reconocerlo (Será precisamente ese tema el que dé unidad formal a toda la obra).  De pronto, a una llamada de la cuerda  le responden con fuerza vientos y timbales. Hay un diálogo algo dramático entre ambos grupos de instrumentos hasta que se nos va colando, poco a poco y como si danzara, el tema del allegro del que hemos hablado más arriba. Va y viene a lo largo del movimiento, aunque se introduce de vez en cuando, como jugando, otro pequeño tema cantabile, a cargo de la flauta. Yo no sé a Vds. pero a mí me da la sensación de que detrás de una cortina, empieza a verse amanecer.

Llegamos al segundo movimiento, el lento, el archiconocido y "versioneado" Largo. Es un poquillo más complejo en cuanto a los motivos que se alternan, pero nada difícil. Entran con fuerza los metales y, a continuación, aparece el tema principal del movimiento, que ahora es un bellísimo motivo de origen popular irlandes, doliente y nostálgico, muy lírico, que canta el corno inglés. Estamos en el minuto 2'15". Después, toman el relevo flautas y oboes junto a la cuerda  y, de nuevo, un poderoso acorde nos trae  la canción irlandesa. El tema se vuelve algo más fuerte y animado pero se cierra con mucha suavidad. Ha terminado de amanecer por completo. La bruma de la nostalgia se ha despejado. El día es claro. Ahora los oboes y flautas, nuevamente, retoman el tema danzante del allegro del primer y cuarto movimiento (estamos en el minuto 5'20" más o menos). Los pizzicatos de las cuerdas marcan el bajo continuo mientras los oboes llevan la melodía. Yo no sé qué opinarán los lectoyentes, pero a mí este pasaje me suena mucho más a un mercado oriental que a una variación sobre un tema jazzístico. Juzguen por Vds. mismos.  Hacia el minuto 8'30", el oboe (creo) aumenta el volumen y el tempo y reintroduce una vez más el allegro del primer movimiento. Fíjense que este pasaje es absolutamente beethoveniano y recuerda inevitablemente la 6ª del alemán. Se irán alternando metales y cuerdas. No teman, es muy fácil distinguir la secuencia. Para finalizar, los metales, después de un acorde más potente, van tendiendo al pianissimo y diminuendo y el movimiento termina en un susurro. Es hermoso de principio a fin, qué quieren que les diga.

Y entramos en el tercer movimiento con el scherzo (¡ánimo, que ya queda menos!). Más ortodoxia y cánones no se le puede pedir a esta parte de la obra. No hay danzas de pieles rojas, como apuntan algunos. No olviden que scherzo, en italiano, significa broma, diversión  y en el propio término se juega (valga la redundancia) con la doble acepción que en casi todos los idiomas tiene la palabra.  Jugar no solo es lo que hacen los niños para divertirse, sino que también es tocar o tañer un instrumento. Retomemos ahora nuestra guía de audición. A lo largo del scherzo y del posterior trío se irán alternando los temas. Ese primero bailable, dulce y alegre, que recuerda a las danzas eslavas y, de nuevo, el allegro que escuchamos repetido a lo largo de toda la sinfonía. Ambos van pasando por los diferentes instrumentos como en un diálogo. Vds. serán capaces de distinguir las variaciones diferentes que surgen, aunque realmente más que variaciones es el propio tema de la danza el que se convierte en coda de todo el movimiento.  y precisamente la ligereza y alegría de éste, sirve para desengrasar (estructuralmente hablando) del segundo movimiento y como preludio al cuarto. Es muy cortito. Venga, un pequeño esfuerzo más, que estamos en el 5'32" y ha vuelto a saltar el tema inicial. Los timbales y el viento se lo están pasando bomba  a pesar de la cierta tensión del motivo Un nuevo salto y la danza del scherzo vuelve a remolonear divertida, mientras sube el volumen orquestal. Un trío de libro, vamos. Nuevamente repetición del tema a cargo del metal, y esta vez con un aire menos alegre y mucho más solemne... Termina con suavidad hasta la brusca interrupción final.

Y llegamos a ese movimiento final en el que parece que todavía puedo oír la voz de Alberto Oliveras diciendo: "Vds. son formidaaaables" (los que tengan menos de 50 años no tienen ni idea de lo que hablo).  El motivo de inicio es tan solemne y conocido como el irlandés del Largo. Son el metal y la percusión los que se encargan de introducirlo a bombo y platillo (jejeje, qué cosa más tonta de chiste). De los metales va pasando al resto de los vientos, que parecen dialogar por debajo de percusión y el ritmo de los contrabajos. Los violines se levantan por encima del sonido general. Estamos en torno al minuto 3. Varias alternancias y diálogo de instrumentos. Acorde poderoso de timbales y metales que introduce nuevamente el tema inicial de este cuarto movimiento. En torno al final del minuto 7, el clarinete nos trae un motivo melancólico, muy dulce. La cuerda viene a continuación. Nuevamente el metal toma el relevo reintroduciendo el tema predominante de esta cuarta parte de la obra, pero ahora en un tono aún más dramático  y solemne. Una levísima y muy suave transición y de nuevo el tema desarrollado desemboca en el finale, con una brillantez realmente bella. Final también de libro, equilibrado y hermoso. 

Bueno, no fue tan terrible. Ya terminó y hemos llegado todos sanos y salvos. ¿A que no se han perdido mis lectoyentes predilectos lo más mínimo? Si es que cuando los temas son conocidos se siguen con mucha más facilidad. A mí me lo van a contar, que tiendo a perderme con una facilidad...



Antonín Dvořák (1841-1904). Sinfonía nº 9 en mi menor, op. 95, Z nového světa ("Del Nuevo Mundo) (1893). Columbia Symphony Orchestra. Dir.: Bruno Walter. Grabación original de 1959, remasterizada digitalmente por CBS en  1989.







Ya que han llegado hasta aquí y por aquello de ponerles los dientes largos, simplemente terminaré diciendo que mañana esta condesa tiene una:



bastante buena y barata, para ver el concierto dominical de la OCNE, con este programa:



Y como cuanto mayor se hace, más se le dispara el defecto de la sinestesia (porque no sé si Vds. lo sabrán pero realmente la sinestesia es definido por los psicólogos y psiquiatras como un defecto,que provoca en el individuo que la padece una frecuente dispersión), seguramente mañana y a lo largo de los cuatro movimientos de la sinfonía del checo, a esta condesa empezarán a pasársele por la alocada cabecita imágenes como las magníficas publicadas hoy en Life:


(Gracias, Alucinao, por el enlace)



Y no estará mal, no señor. Nada mal.

Y es que cada vez que hay fuerza y ganas de conquista de derechos y libertades y país... y constancia ante lo adverso... y un esfuerzo común y unido por conseguirlo... casi siempre nace un Nuevo Mundo.

Esta condesa se marcha ya con la música a otra parte y les deja a  a solas con la Sinfonía nº 9 de Antonín Dvořák. Disfrútenla hoy tanto como espero poder hacerlo yo mañana.


Y, como siempre, intenten ser felices.

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jueves, 3 de febrero de 2011

Doble sinestesia para un Temporal antojadizo

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Regalo de Sergio Astorga titulado "Variaciones". ¿A que es chulo?




       
                                                                                  Para Sergio el abarrotero            






Gracias a la gestión de mi intermediario financiero alemán, llegó por Navidad a casa para contrarrestar tanta cena familiar no deseada. Se desglosó en regalo de Reyes para Javier y Ángel, mis mejores amigos. Y una tercera parte se quedó a vivir aquí, en un estante de mi cuarto de trabajo, entre un libro titulado "Ciudades del México antiguo: el discurso de la piedra" (lo que son las cosas) y un texto renacentista del padre Sigüenza sobre el monasterio de El Escorial. Y aquí sigue. Se alimenta de poco aunque puede que eche de menos su abarrote. Eso sí, le han crecido en el lomo estilizado unas a modo de orejas diminutas con las que se asoma continuamente (curioso que es) a escuchar la música del día. Ha desarrollado al respecto ciertas preferencias pero me van a permitir que no las diga. Un secreto a dos jamás debe romperse... Se helaría.

Y de horas y horas compartidas sin decir una sola palabra ha surgido un intercambio feroz de verbos, meses y adjetivos. Me vigila y me guarda. Lo abro con frecuencia y me renueva. Por él y por el sentido que le ha dado a ciertos giros vitales, ha ido surgiendo despacito esta sinestesia doble que lo único que tuvo de voluntario fue no brotar de las acuarelas firmes o difusas del autor de sus hojas, sino de las imágenes y las notas de otros. Para ensamblarse en un tango imperfecto, vívido y vivido, al ritmo de figuras geométricas de un ruso soñador y visionario o en la locura de  poema austríaco triste y alunado, arrebatado por el vértigo vital de un malagueño clásico.

Permitan que se haga polizón por los rincones. Déjenle formar parte de su entorno sobre el espacio breve de su mesa de noche o, ya más tarde, emparedado vivo entre piedras ilustres suplicante de un nocturno polaco y sanador. Ábranle las puertas, hagan como que no han visto que se cuela por la rendija oscura de los deseos aún no cumplidos. Para contradecirlo. Arrúllenlo en el frío de febrero y pídanle que les deje asomarse a sus abismos de papel entintado mientras afuera el viento venga afectos nada templados y aun así escurridizos. Paséenlo, sírvanse de él. Incluso desmenúcenlo o háganlo trizas si es preciso, pero que no se escape. Que no se les escape. Que no se nos escape. Porque entonces el antojo se instalaría en nuestro ánimo solo, sólo para  recordarnos que nunca debimos dejar pasar de largo el Temporal.




El negro

El negro es una exclamación
 de flama en el ritual del ojo.
Perfila los contornos de las sombras;
construye mundos triángulos esferas.
La línea es el bastón
y epitafio de las formas.
Día tras día inventa semejanzas,
añade otra inicial al calendario.
El negro es una zanja para el viento,
se impregna obstinado sobre el plano, 
deja cicatriz, ya no es reflejo.
Se pierde el habla.
el ojo inflama.
El negro brama cuando exhala.
    Temporal - Sergio Astorga          

                          

Wassily Kandinsky (1866-1944). Composición VII (1923). Museo Guggenheim de NY.



A.Schoenberg (1874-1951)  - Farben (Colores). Cinco piezas para orquesta, op. 16 nº3. (1909) wie ein hauch. Transcripción para coro mixto a capella por Frank Krawczyk en 2002. Coro de cámara Accentus. Dir.: Laurence Equilbey. Naïve, 2005











No es vano

Hoy será un día largo.
Tiempo de sol
para inventar otro presente.
Tiempo con patio circular.
Con barro.
Con granito.
Hoy habrá reflejos 
sobre el agua de sal
de nuestra cara
y manos hambrientas
de voces amorosas arañando la luz hasta matarla.
Temporal - Sergio Astorga      



P.Ruiz Picasso (1881-1973). Dos mujeres  corriendo en la playa (1922) - Imagen invertida. 
Museo Picasso de París.  
             

A.Schnittke (1934-1998). Tango. Agony (suite para concerto). Orquesta Sinfónica de la Radio y la Televisión de Berlín. Dir.: Frank Strobel. CPO, 1990.


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