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Creí que no llegaba. A decir verdad, he llegado por los pelos pero, aunque sea en el último minuto y de penalti he conseguido publicar una entrada para felicitarles la Navidad.
Y sí, he dicho Navidad. Ya, ya sé que no soy creyente y respeto muchísimo todas esas felicitaciones de saturnalias y solsticios de mis amigos... casi todos unos descreídos también. Pero a mí lo de desear felices fiestas paganas se me hace muy raro. Formo parte, lo quiera o no, de una cultura cristiana, me he criado escuchando villancicos con zambomba y pandereta, yendo a la misa del gallo hasta que entré en la adolescencia y oyendo hablar de y viviendo la Navidad. Y a lo mejor les suena extraño pero mi descreimiento no me impide que siempre haya algún nacimiento por casa en estas fechas. Es más confieso sin el más mínimo rubor que me encantan los belenes y misterios, sea en museos, calles, centros comerciales, grandes almacenes o en casa de mis amigos, familiares o en la mía propia. Adoro esas figuras, no lo puedo remediar ni tengo la menor intención de ello. Achaquen esa debilidad, mis queridos lectoyentes, a lo que quieran: porque son bonitos, porque traen recuerdos, porque nos hacen sentir un poco niños... Les doy a elegir. A mí los motivos me dan igual. Me gustan mucho y lo asumo. Y un misterio bien bonito guardo en algún altillo de un armario, por pereza de buscar en la casa un hueco lo suficiente grande, de desenvolverlo y volverlo a guardar, que no por falta de ganas.
Pero a lo que íbamos... Como andaba muy corta de tiempo ayer se me ocurrió la idea de utilizar parte de las fotografías realizadas hace quince días en Venecia. Como otra cosa no será pero la Serenísima está cuajadita de iglesias, basílicas e iglesiones y como parece que Tiziano, Tintoretto, Veronés, Palma el Viejo, Palma el Joven y Bellini no tenían otra cosa que hacer que pintar frescos y óleos y tablas con motivos religiosos, no he tenido mucho problema en escoger unas cuantas relativas al tema navideño. Eso sí, no esperen encontrar Vds. maravillas que el clero italiano tampoco es que se gaste mucho en iluminar sus monumentos por dentro y las condiciones de luz eran más que penosas. Si a ello le unen, mis ilustres visitantes, que en el 90% de los sitios estaba radicalmente vietato di fotografiare y había que andar escondiéndose del vigilante o vigilanta de turno, comprenderán que no sean un dechado de perfección. No obstante, como esta condesa sabe ya más por vieja que por diabla, ha tenido la feliz ocurrencia de mezclárselas con un imprescindible de la música clásica por estas fechas... ¿Lo adivinan?... Bach, naturalmente. Una de sus arias más deliciosas, aquella en la que la Virgen María intenta dormir a su niño recién nacido. Así, lo extraordinariamente bueno, sublime, maravilloso, enriquece lo corrientillo ensalzando lo que por sí mismo jamás destacaría.
El vídeo ha estado cociéndose en el ordenador al tiempo que limpiaba un poquillo (al servicio le he dado días libres y hoy vienen suegra y cuñada y todos conocemos cómo se las gastan a la hora de pasar indisimuladamente el dedo por la superficie de los muebles) y mientras el ragú de ternera se iba haciendo despacito en la vasija de barro dentro del horno.
Finalmente, la casa está más o menos limpia, la comida preparada, el video para regalarles terminado y a punto y yo dispuesta a desearles a todos Vds., creyentes o no, desde este blog que me acerca a y me mantiene en contacto con quienes admiro y quiero...
¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD !!!!!
Y hoy más nunca, por aquello de seguir la tradición y porque hay quien puede estar con y disfrutar de aquellos a los que el resto del año tiene lejos, intenten ser felices (a pesar de suegras y cuñados plomíferos).
J.S.Bach. (1685-1750): Weihnachtsoratorium (Oratorio de Navidad). BWV 248. Schlafe, mein Liebster (duerme, amor mío). Concentus Musicus Wien. N. Harnoncourt, director. Paul Esswood, alto (contratenor). Telder, 1973
Fotografías: Paz Juan, en iglesias y museos. Venecia, diciembre 2011
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