Un regalo de Sergio Astorga

lunes, 23 de abril de 2012

París: trompe-l'oeil




La Place des Vosges. París en el mes de junio. Dos personajes acuden a un especial rendez-vous. Nunca antes han estado allí juntos. Durante unos breves instantes se reconocen. Y echan a andar. Place Bastille, Boulevard Henri IV, en diagonal hacia el Sena. Caminan lentamente, están muy nerviosos y a ambos les cuesta hablar.


Cuando dejan atrás el bullicio para adentrarse en l'Île Saint-Louis, de repente, todo se vuelve más sencillo. Sonríen. Las palabras fluyen despacio mientras pasan por el comercio minúsculo de prensa y postales antiguas, por la tienda de delicatessen que hay un poquito más arriba, justo enfrente de donde ella hace ya tiempo compró aquel bolso que aún le gusta tanto. Y al llegar a la heladería ya ni siquiera ven a los turistas. París se ha vuelto amable, les deja respirar y conocerse, se ha convertido en cómplice. Caminan ahora por el lateral de Notre-Dame sin ver los comercios de souvenirs con espantosas gárgolas de resina. Al entrar en el parvis de la catedral, el sol los va siguiendo mientras, ahora sí, ríen abiertamente.

Al tomar Boulevard Saint-Michel los coches y el ruido se han difuminado. Solo el Musée Cluny y la Sorbonne sobreviven al fundido en gris. Los dos atraviesan con calma la verja y entran en el Jardin de Luxembourg. Nuevamente, mucha gente que no ven. Seguramente hablan de tonterías, de pequeñas cosas sin aparente importancia. Les bateaux à voile del estanque les hacen guiños. Está hermoso el jardín en junio, con las sillas de hierro fundido, los parterres y el pequeño palacio. Salen por un lateral del parque y, esta vez mucho más deprisa, lo bordean por el exterior para dirigirse aux Invalides. Ella también habla muy deprisa en ese momento. Le da miedo que si deja de hacerlo algo se rompa. Él se limita a mirarla. La cúpula des Invalides, la que da sombra al jardín del Musée Rodin, centellea dorada. Ahora es él quien habla y ella quien escucha y mira. Tuercen hacia la izquierda, para encontrar la mole de l'Académie Militaire.



Raoul Dufy (1877-1953). La Tour Eiffel (1935). Acuarela sobre papel. Colección privada.


Y allí, al pie des Champs de Mars, se redescubren de repente, tan silenciosamente como empezó el viaje. La tour Eiffel contempla a dos personajes nuevos, renacidos, que van acercándose a sus poderosas patas de hierro sin decir una sola palabra. Y la alegría estalla y París murmura y mide y tararea. Un dos tres, un dos tres... En un vals de tres, cuatro, cien, trescientos treinta y tres, mil tiempos diferentes. Y asciende en torbellino por los jets d'eau del Trocadero y sigue girando vertiginosamente a lo largo de la Avenue Kléber. La Place de l'Étoile los reconoce y los protege y los abriga en medio del tiovivo y las encrucijadas.

Y los árboles des Champs-Elysées se abalanzan para contemplar el ritual acompasado e íntimo de una pareja abrazada besándose, como si fueran los protagonistas de un tango.





L.Clichy. À quoi ça sert l'amour?  (¿Para qué sirve el amor?). Corto de animación de 2003, que pone imágenes a la canción del mismo nombre, creada por Laroche y Emer e interpretada por Edith Piaf y Théo Sarapo.
He incluído este delicioso corto, no porque la música sea de tema parisino sino porque en él París es, en realidad, su principal protagonista. Además, ilustraba bastante bien el alfa de este post.






J. Brel (1929-1978) Orly. En el álbum Brel. Phillips, 1977. Barclay, 2003. Letra






miércoles, 18 de abril de 2012

París: intermezzo clásico

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Charles Meryon (1821-1868) - El ábside de Notre Dame. British Museum 
(clic para ampliar)






W.A.Mozart (1756-1791). Sinfonía n.31, en Re mayor, K 297. "Pariser Sinfonie" (Sinfonía París). London Philharmonic Orchestra. Dir., Sir Thomas Beecham. Grabada en 1938. TIM Cz, 2001





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viernes, 13 de abril de 2012

París: el recuerdo



-"Si se muere Franco, no te vas"
-"¡Pero papá..!"
-"No hay peros que valgan. He dicho que no te vas y punto"

El tono de mi padre no admitía réplica. Tenía narices la cosa. Cuarenta años se había pasado el "enano saltarín" haciendo la puñeta por estar demasiado vivo y ahora no podía tardar unos pocos días más en morirse. Mi billete para el "Puerta del Sol" tenía fecha 29 de noviembre.

Llevaba años imaginando París, desde que tenía apenas ocho y una foto de la Torre Eiffel iluminaba mi libro de "En France, comme si vous y étiez" con el que aprendí las primeras palabras de francés. Y mi sueño seguía creciendo con los textos de 1º, 2º, 3º y todos los cursos de bachillerato, hasta el de COU. Montmartre, la place du Tertre, Notre-Dame, Saint-Denis, el Panteón, los Inválidos y las pinturas sobre y en Le Moulin de la Galette, o las de Sisley, Monet, Pissarro, Seurat o Dufy. Podría parecer una tontería pero soñaba con frecuencia que volaba sobre la ciudad, a unos diez metros del suelo, en vuelo rasante sobre los Campos Elíseos o los jardines de las Tullerías.

Año 1975. Mi primer trabajo, mis primeras vacaciones, mi primer sueldo. Mi hermana, que trabajaba en American Express me preparó el viaje. Un forfait tren+hotel. Litera en el Puerta del Sol y 6 noches en el Hotel Brochant la Tour, en el Boulevard de Clichy.

Y ahora todos los proyectos alimentados desde hacía diez años se podían ir al garete porque el "pájaro" había decidido morirse...

Y se murió, vaya si se murió. Se las ingenió para hacerme la pascua hasta el final, porque Vds. dirán lo que quieran pero se murió un 20-N exclusivamente por hacerme la pascua a mí. Y con su muerte, el lógico miedo a que se desataran todos los demonios y salieran a la calle a la caza de todo lo que se moviese.

Pero contradiciendo los augurios de los pájaros de mal agüero, ninguna caza de brujas se hizo efectiva (al menos de forma aparente). La mayor parte de la gente no se encerró a cal y canto en casa, ni se rasgó las vestiduras ni se dió golpes de pecho. Eso sí, muchos hicieron larguísimas colas para ver al chaparro difunto, pero no se tomaron las calles por los "leales de toda la vida" ni el ruido de sables pasó de ser un ruido. Otros muchos lo celebraron. Y por todo lo alto.

Y contraviniendo también el comportamiento lógico en mi padre, viendo que la cosa estaba tranquila me dejó marchar. Aunque eso sí, él no sabía (y bien que procuré yo ocultárselo) que las otras personas que se habían apuntado al viaje lo habían anulado en el último momento llevados probablemente de los mismos temores que él.

Hèteme pues, con 18 añitos y un pasaporte recién estrenado, viajando sola a descubrir la ciudad que echaba de menos sin conocer.

A pesar de ciertos contratiempos en el viaje, contratiempos pequeños y tontos como que casi pierdo el tren, como que el policía del vagón me sometió casi, casi a un tercer grado por ser chica y viajar sola y como que tuve que echar al literista de mi departamento (en el que se coló a horas intempestivas y sin llamar ) porque, llevado del mismo concepto que el policía, se pensó que todo el campo era orégano, llegué a la estación de Austerlitz a las 9:30 de la mañana de un soleado y muy frío día de San Andrés.

Y París se me abrió de forma increíble. Desde el taxi con el que atravesé la ciudad de sudeste a nordeste se me aparecía tal y como yo la había imaginado, solo que mucho mejor. Más grande, más luminosa, más alegre y muchísimo más hermosa de lo que me podía imaginar. Avenidas inmensas, calles anchas y bien trazadas, cuidadas mansardas de pizarra que delimitaban los edificios y el espacio. Y un Sena, ancho y de color pardo que nada tenía que ver con el "aprendiz de río" que discurría por Madrid.

París, París, París. Notre-Dame y la Concièrgerie, la tour Saint-Jacques más al fondo. Aún más lejos, la colina de Montmartre... Y la estación d'Orsay y el Louvre, el arco del Carrusel y las Tullerías con Saint Germain l'Auxerrois, y el pont Royal y el de Napoleón III, los Inválidos y la Concordia. Y la torre Eiffel que se veía desde todas partes, gris, esbelta, perforada. Creo que ha sido el único sueño de todos los que he tenido en mi vida (junto con el de ver Grecia) que se cumplió en todos sus pasos con creces. Después el taxi torció al norte, hacia La Madeleine, Boulevard Haussmann, Saint-Lazare, Trinité, place Pigalle, Boulevard Clichy...

En algún sitio leí que las ciudades son libros que se leen con los pies. Durante los siguientes siete días devoré la lectura que París me brindaba, me mostraba, me descubría. Las arenas de Lutecia, el museo de Cluny, el Jeu de Paume, la Sainte-Chapelle. De día, visita cultural. De noche, me apuntaba a las excursiones programadas por aquello de poder salir sola. La Ville Lumière... Era cierto. Los Campos Elíseos iluminados y la gente dentro de los cafés o los bistró, apurando los horarios de comida o tomando el café o la copa tras la cena. Y los puestos callejeros donde podías comprar crêpes y ostras. Y los cabarés como el Cheval Fou, el Folies Bergère o el Lido... O aquellos otros del París apache y canalla, pasados por el tamiz de la "seguridad" de visita programada.

A los ojos de aquella muchachita de la provincia ulterior, París representaba la luz, la alegría, el espacio vital, el color, la vida.




He conocido otras ciudades. Unas cuantas. Algunas bellísimas como Venecia o Florencia, divertidas como Amsterdam o Londres, vitales como Roma o Marraquech, aburridas como Bruselas, cuna de culturas como Atenas. He vuelto también muchas veces a París. En tren, coche o avión. Procuro hacerlo cada cierto tiempo. La he visto en el mes de mayo, en diciembre, en junio, en abril...

Pero nunca, nunca podré conocer una ciudad nueva, ni podré ver París como la descubrí aquella mañana de domingo, a finales de noviembre de 1975, en aquel taxi que me llevaba de la Gare de Austerlitz al Boulevard Clichy.

Por eso, por muchas ciudades que pueda llegar a ver, esa caótica y lluviosa a menudo y difícil y hostil París fue y seguirá siendo para mí la más hermosa del mundo.


 J. Dréjac y H. Giraud - Sous le ciel de Paris. De la película Sous le ciel de Paris, de Julien Duvivier. 1954. Letra
1) Juliette Greco, 1962 (Vía PuccaDesire)
2) Edith Piaf . Del álbum  The very best of Edith Piaf. 1988
3) Yves Montand -  Montand. 1988
4) Archie Shepp (saxo), Harold Marben (piano), George Mraz (bajo), Billy Drummond (bateria ). The Studio, NYC, Junio 2001. (Vía Barrtok)











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miércoles, 4 de abril de 2012

París de los mil nombres

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Todo está aún prendido con alfileres... pero está.
Las posibilidades todavía son escasas... pero son.
El sonido que le da forma va y viene y se desvanece con frecuencia... pero ahí sigue, aunque cuelgue de un hilo...

Por todas esas razones, la condesa abre hoy un paréntesis.

¡Ah, no! Pero no se piensen que me estoy refiriendo a dejar descansar la bitácora...¡Qué va!
Además, como la deje descansar un poco más, directamente la entierro.

No, no, no.

Y tampoco las tres primeras frases se refieren a ninguna encrucijada vital. En absoluto.

A lo que me refiero es...
Estoy hablando de...

Un proyecto en ciernes que apenas asoma la nariz por debajo del agua, pero proyecto al fin y al cabo.

Si las cosas no se tuercen... si conseguimos que todo vaya "progresando adecuadamente" y mejorando, si logramos cumplir el horario previsto sin tropiezos ni cambios, si todo fluye con normalidad... 
dentro de 50 días...
un avión nos depositará al sur de una de las ciudades que más amo, a la que estoy más ligada, que más ha representado en mi viaje personal... y en mi educación afectiva... y en mi equipaje de vida ... y en mis sentimientos ... y en mi bagaje de más o menos cultura...
Y en lo hecho, lo sentido, lo soñado...
Y en aquello de lo que me arrepentí, lo que pudo haber sido y no fue, lo que floreció inesperada y luminosamente...
Y en lo trabajado, lo sufrido, lo inventado, lo conseguido, lo que me ayudó a seguir, lo olvidado con esfuerzo, lo atrapado.

Pont Neuf. Paris: con luz de atardecer. Camille Pisarro. Philadelphia Museum of Art
 

¿Recuerdan Vds. esta canción?

Ch.Aznavour (1924-   ) J'aime Paris au mois de mai (letra) (Me gusta París en el mes de mayo).
1 - En el álbum Les Comediens. La Mejor Música, 1994.
2 - En el álbum Jazznavour. EMI, 1998.



Pues eso, que yo también adoro París en el mes de mayo. Y discúlpenme el contento. Es que espero volver precisamente entonces y  me pueden la ilusión, la impaciencia y los nervios.



A todo esto...
¿Un paréntesis?..
...Pues sí, mis queridos lectoyentes. La condesa va a aparcar por un tiempo (y dentro de un orden, que también los grandes compusieron para él) lo clásico y abrir una miniserie dedicada a la música que París inspiró...

Porque sí, porque me lo pide el alma. Con urgencia, con alegría, con la fuerza que me da el deseo de volver después de 5 años. Con la energía que genera el estar en la cresta de la ola y no bajo el agua.
Con unas enormes ganas de contar, recordar, inventar, recomponer, restaurar, reconocer, revivir.
Y de hacerles recordar, reinventar, recomponer, restaurar, reconocer, revivir París de la mano de esta condesa riente y algo trasnochada.

A lo largo de dos meses, y no me pidan que les diga con qué frecuencia, aparecerán por esta bitácora textos propios, nuevos o viejos, perfectamente definidos o apenas esbozados todavía. Palabras hilvanadas o con un imperfecto pero sólido e irreversible pespunte, que en su día vieron quizá la luz de otra manera. Relatos aún por escribir, descripciones ensoñadas o directamente fruto de la ficción o la inventiva. Me encantaría que vieran, escucharan, olieran, palparan y saborearan lo que yo buenamente recuerdo o pienso o dibujo o imagino de esa ciudad bella, bellísima.

Y junto a los textos, me apetece mucho traerles pequeños juegos musicales. Canciones que forman parte de mi misma desde épocas de las que casi ni me acuerdo o, por el contrario, otras nuevas y que llegaron a mí hace poco, o quizá algo más, o quizá hace unos cuantos años tan solo. Canciones que rescaté, descubrí o recuperé. Composiciones que van unidas a vivencias importantes y alegres y hermosas y otras que sirvieron como sórdido pago en dación por los servicios prestados. Textos y notas que me llevan todavía hoy en volandas a la juventud más plena y otras que no son capaces de ocultar mínimamente el ridículo por el engaño más burdo y evidente.

Quiero que desfilen por este blog los maestros y, en parte, los que los siguieron. Y también habrá un huequito para Haydn o Mozart o puede que hasta para alguno "más moderno"... pero sin abusar.

En definitiva, quiero que me acompañen en este viaje por los mil nombres que París tiene, atesora, derrocha, esconde, regala. Aquellos con los que maltrata o enamora, y con los que nos hace cómplices o nos rechaza.
El París de los mil rostros. El mundano, señorial, elegante, arrabalero, embaucador, amable, luminoso, duro, hermoso y eterno París.

¿Se animan a hacer el viaje conmigo?

Mientras se deciden, les dejo con diferentes versiones que de esta canción, para mí especialísima, hizo su autor.

J.Brel (1929-1978)  Les prénoms de Paris (letra) (Los nombres de París)
1 - En el álbum Marieke. Barclay/Philips, 1961.
2 - En el álbum À L'Olympia, 61. Barclay/Philips, 1962
3 - En el álbum Ne me quitte pas, Barclay, 1972



Señores viajeros... El tren Puerta del Sol, estacionado en vía 11 de esta estación de Madrid-Chamartín, con  horario de partida  a las 19:05 y destino París, Gare d'Austerlitz,  está a punto de efectuar su salida.


¡Buen viaje!