Anónimo flamenco. Siglo XV. Musée de Beaux Arts de Bruselas. (Paz Juan)
Esta vez me pilló el toro. Año tras año caminando por el filo de la navaja y al final no llegué a tiempo. Siento acudir tarde a la cita. No me gusta la Navidad ni sus fastos y boatos pero me gusta, y mucho, la música que se creó para celebrarla.
Pero con todo mi descreimiento actual a cuestas, de aquella larguísima etapa de infancia y adolescencia guardo un gusto especial por el tema de la Natividad o el de la Epifanía. Acostumbro a pasar horas y horas delante de cuadros de Vírgenes con Niño o Adoraciones de los Magos y me pirran los belenes. No esos de ahora, comprimidos en bombillas o cacharros de barro, reducidos a un apretujadísimo Misterio donde ni la mula ni el buey caben. No, no. Hablo de belenes extensos y barrocos, a la napolitana. Diseminados a lo largo de metros y metros de falso musgo, con sus casas de corcho, el castillo de Herodes, el riachuelo de papel de plata y los polvos de talco a modo de nieve. Con castañeras bigotudas, ovejas, perrillos, cerdos, gansos o gallinas. Y con la posada, el molino y el portal. Cientos y cientos de figurillas en miniatura, enmarcadas en un paisaje irreal y envueltas en papel de plata azulado, lleno de estrellas a cual más enorme.
Por esa razón hoy les traigo una pieza del Oratorio de Navidad de J.S. Bach especialísima para mí. Podríamos hablar largo y tendido sobre el tipo de composición, la tonalidad empleada y los paralelismos y autoplagios que contiene pero, seguramente, le quitaríamos todo el encanto. Además yo tampoco soy la persona más indicada para hacerlo, se lo aseguro. Cedámosle el honor de los datos técnicos a otras bitácoras y dejémonos llevar simplemente por la canción de cuna que una madre recién parida le dirige a su niño. Sigamos ese cordón finísimo, mucho más sutil y poderoso que el umbilical, que sigue uniendo a dos seres profundamente necesitados el uno del otro. Y escuchemos a la Virgen cantar sottovoce:
J.S. Bach (1685-1750). Oratorio de Navidad. Cantata 2ª - "Schlafe mein Liebster" (duerme, mi amor). Academy of St. Martin-in-the-Fields. Philip Ledger, director. Janet Baker, contralto. Emi, 1977
Schlafe, mein Liebster, genieße der ruh,
Wache nach diesem vor aller gedeihen!
Labe die brust, empfinde die lust,
Wo wir unser herz erfreuen!
Duerme mi amor, disfruta de tu sueño.
Ya velarás por la salvación de todos.
¡Alegra el alma, experimenta el gozo
allá donde nuestro corazón se regocija!
Es inevitable llenarnos durante estos días de buenos propósitos para con nosotros mismos y de mejores deseos para los demás. No se pueden eludir por más que uno lo intente. Ni yo lo pretendo. No me resistiré entonces a ellos. Para los creyentes pues, que la fuerza de su religión les dé energía y los conforte. Para los descreídos que, al menos, la belleza los envuelva y aprovechen para disfrutar de amigos y familia. Estoy segura de que a unos y otros la música les alegrará el ánimo y les llenará el espíritu de serenidad y armonía.
Y que la magia de Bach esté con todos nosotros.