Llevo un mes revisando textos que escribí en Internet hará más o menos cinco años. A costa de mantener duras negociaciones para arrancar minutos al poco tiempo de que dispongo. Pero lo he hecho detalladamente y con cuidado. Con afecto y respeto.
Y de frente, con todos los datos de identificación por delante, sin recurrir a espionajes de medio pelo a través de subterfugios estúpidos que no engañan a nadie y que sólo disfrazan grotescamente las intenciones.
Ya sé que una de las normas blogueras que no se debe transgredir nunca es la de no repetir post. Pero hay dos cosas que me van a llevar a saltármela a la torera -no es ni será la primera vez que lo hago-.
En primer lugar porque será una forma de poder actualizar y alimentar este blog. Verán, no soy capaz de encontrarle a la semana los momentos necesarios para volcar en él todo lo que me apetece, que es mucho y eso me provoca un dosis considerable de rabia. Le tengo un cariño especialísimo a esta bitácora porque llevamos ya unos cuantos años juntas y eso imprime carácter. Por ello me resisto a dejarla en barbecho.
Y en segundo lugar porque son textos míos y no tengo por qué darle explicaciones a la entelequia blogocosera de lo que hago o dejo de hacer con ellos. Me pertenecen. Y me apetece sacarlos a la luz para reivindicarlos y para devolverles sol y aire.
Se inaugura pues en las Variaciones una nueva sección que integrará... -¡pero qué listísimos son Vds!- todas aquellas reflexiones, bromas o tontunas que hace años acompañaron otros tantos momentos musicales.
Y como no podía ser menos, imitarán de forma poco ortodoxa a las piezas que dan nombre a este blog. Sí señor, una suerte de Goldbergs de pacotilla, con su aria primera, sus 30 variatio y su aria final, a modo de coda. No esperen encontrar a partir de ahí mayor parecido. ¿El nombre? Como ya se ha adelantado en el título de esta entrada... Variationes pacis. Es que, naturalmente, narcisismo y cuna obligan.
Y ahora es el momento en el que mis queridos lectoyentes se preguntarán: "Paso por lo del aria larguísimo a modo explicativo pero, ¿y la fuga?.. ¿a santo de qué?". Pues por la sencilla razón de que esos textos viajarán de un sitio a otro o, por concretar mucho más, huirán de donde se encontraban para guarecerse en lugar más amable y protegido, se lo merezcan o no. Y porque la obra que hoy les traigo, que ayer disfruté en el Auditorio interpretada por el cuarteto Pacífica y que tuvo buena parte de la culpa de esta nueva sección, es una de las cimas musicales absolutas en la historia de esta maltrecha y bobalicona humanidad. Tal y como me llegó el regalo se lo transmito, esta vez de manos de una de las agrupaciones de música camerística más grandes que han existido en los últimos sesenta años -por esa misma razón les traigo vídeo, para que disfruten no sólo con los oídos de su forma especialísima de interpretar-.
Y por último, una declaración de intenciones:
No sé si escribiré mejor o peor de lo que lo hacía entonces, pero les aseguro que ahora soy muchísimo más feliz.
Séanlo también Vds. todo lo que puedan en este frío, soleado y prometedor viernes.
L.v.Beethoven (1770- 1827). Grosse Fugue (Gran Fuga) en Si bemol mayor, op. 133. Alban Berg Quartett. Grabado en directo en la Mozart Saal del Konzerthaus de Viena, el 11 de junio de 1989. Vía Postfataresurgo.